Página:Pigmalion (Rousseau).djvu/28

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido validada

4

las altas naves que la orilla ocupan,
y ya las carenadas quillan nadan!
¡Si yo tan grave mal previsto hubiese,
con menos impaciencia la llevara!
mas supuesto que ya no hay en lo humano
alivio para mí, desventurada!...

Con fervor, inclinando la vista al Cielo.

O soberana Venus! corre, impide
que tan malvada accion Enéas haga:
di que en Aulide nunca con los Griegos
la destruccion de la Nacion Troyana
juré, ni armé contra Ilion vageles:
que no han sido por mí jamás violadas
las cenizas de Anquises, ni sus Manes.
Por qué con tal dureza á mis palabras
oidos niega? Adónde, adóndo huye?
Merézcale una amante desdichada,
por última fineza, que hasta tanto
que los vientos aguarde mas propicios.
No pido que la fe ya quebrantada
del antiguo consorcio restituya;
no pretendo que el reyno de la Italia
y su agradable Lacio desampare.
¡Solo demora pido, y tregua escasa,
para que á tal dolor y abatimiento
me vaya acostumbrando mi desgracia!

Adagio lamentable. Dido se pasea como haciéndose cargo á sí misma.

¿Quién me dixera á mí, que ese perverso
un tan fiero tormento me causara,
quando á ver la Ciudad le conducia
á mi lado, de gozo enagenada?
y quando en los espléndidos banquetes
seducian mi alma sus palabras,
quién sería capaz de persuadirme
que su cariño el mio no igualaba?

Exclamacion fuerte.

¿Por qué no me arrojaste con tu rayo
¡O padre omnipotente! á las tartáreas
pálidas sombras y profunda noche,
antes de ver mi honestidad manchada?
ahora sin honor, y sin consuelo,
qué determinaré? ¿Ver si me amparan
mis primeros amantes, y exponerme
á la irrision? ¿Me ofreceré humillada
por esposa á los Númidas, yo misma
que tantas veces desdeñé su alianza?