Página:Pigmalion (Rousseau).djvu/31

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Mas era aventurada aquella empresa.
Que lo fuese en buen hora. Ya arrestada
á morir, quién pudiera amedrentarme?
Que sus naves entonces no abrasára,
sin que un solo combés se libertase?
Que al padre, al hijo aniquilado no haya.
su nacion, y á mí propia despues de ellos!

Pasa exclamando de un altar á otro.

Sol, que ves con tus rayos quanto pasa
en el Orbe! Tú, Juno, medianera
y cómplice de todas mis desgracias?
Hécate, que en los trivios por las gentes
eres de noche á gritos invocada!
ó vengadoras furias! ó deidades
á quienes moribunda Elisa llama!
Mi voz, mi ruego oid; y el poder vuestro
Justo escarmiento en los impíos haga.
Si es necesario que aquel hombre iniquo
á puerto llegue, y á la orilla salga,
si lo exigen los hados, y si Jove
este firme destino le señala,
á lo menos con armas le persiga
un pueblo belicoso: de su Italia
expelido se vea; y apartado
de los brazos de Ascanio, á pedir vaya
ageno auxilio. Ante sus ojos mueran
indignamente quantos le acompañan;
y quando de una paz ignominiosa
se sujete á las leyes mas tiranas,
ni goce el Reyno, ni la dulce vida,
temprana muerte le acometa, y yazca
su insepulto cadáver en la arena.
Esto pido, y mis últimas palabras
son estas, que prorrumpen con mi sangre.
Y vosotros, Fenicios, tal prosapia
y tal Nacion aborreced por siempre:
ofrenda á mis cenizas, la mas grata
que tributar podeis. Entre ambos pueblos
no haya jamás amor, jamás alianza.
Y tú, Vengador mio, vé (qualquiera
que hayas de ser) de entre mis huesos nazcas,
y á los Colones Teucros extermines
á sangre y fuego. Sobe todos cayga
mi imprecacion: que ahora, en adelante,
y mientras en Cartago fuerzas haya
nuestros mares, las costas y armas nuestras
se opongan á sus mares, costas y armas.