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LXVI
PRÓLOGO.

ciosidad. Antes bien he parafraseado una que otra vez; y aunque procurando conservar siempre el perfume griego, he revestido mi traduccion (si así puedo expresarme) con el traje español. Traducir á Homero en verso suelto, me parece practicable aunque difícil; pero, por hacer alarde de una fidelidad inoportuna, poner en endecasílabos no rimados odas pindáricas ó canciones bucólicas, lo juzgo en extremo impropio y altamente reprobable. A uno que otro Idilio conviene esta clase de versificacion; pero ni Garcilaso ni Valbuena hicieron á sus pastores cantar en verso suelto, ni Herrera en las églogas y elegías que imitó y casi tradujo de Teócrito y Bion, huyó de las dificultades de la rima. Quien lea la version de los Bucólicos de don José Antonio Conde, no sólo no se formará una idea justa del original, pero ni siquiera podrá saborear un instante alguna de sus innumerables bellezas; tanto más, cuanto que sacrificó en muchos puntos, á una brevedad y una concision incompatibles, la claridad y la exactitud.

No todas las obras que nos quedan de Teócrito.

Bion y Mosco son del género pastoril. Del primero solo pueden llamarse composiciones bucólicas los primeros nueve Idilios y el undécimo. Me he servido de la silva para el I y II, tanto más, cuanto que los intercalares que en ambos ocurren á desiguales distancias, casi no me dejaban otra eleccion. En el III, IV y V pude servirme de tercetos; el VI y XI los traduje en octavas. Al hacer la version del magnífico Idilio descriptivo que hallamos bajo el nú-