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Y se cuenta que él la hizo,
No habia mucho, compañia,
Al volver de unas carreras,
Hasta el rancho donde habita.

La plateada luna, entonces,
Derramando luces vivas
Se mostraba, con la madre
Del amor, toda encendida.

¡Cuan hermosa está esa estrella!
Prorrumpió la dulce niña,
Que entregada á ideas vagas
Contemplándola venia:

Y él la dijo, luego al punto,
«Es verdad...siempre divina».
Y clavó sus tiernos ojos
En los de ella distraida.

El misterio que esas voces
Y miradas envolvian
No sé yo si desde luego
La inocente entenderia.

Pero si que desde entonces
Siempre está imaginativa
Cuando vé cómo esa estrella
En el puro Cielo brilla.


 
Octubre de 1840.