Arrojan continuo palabras atroces
Sus lábios malditos con risa febril;
Y se oyen al punto las lúgubres voces
Que exhalan los reos sujetos allí.
Con lívida mano la copa derrama
Que tiene en sus bordes escrito «dolor.»
Y brillan sus ojos con súbita llama
Y arrojan destellos que arranca el furor.
Sin duda es la imágen del mismo demonio
Que en esa morada se viene á gozar;
En tanto que el Pueblo, de Dios patrimonio,
En danzas y orgías procura solaz.
Rie ¡oh pueblo! tus placeres
No perturban esos seres
Que el delito avasalló:
Si entre muros y prisiones
Los sugetas á montones
Qué te importa su rencor?
Rie, rie, mientras lloran
Y piedad en vano imploran
Por el Santo Redentor;
O tal vez, en ira ardiendo,
Le blasfeman, maldiciendo
De la entera creación.
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