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Tú en el cieno sumergidos,
Ahí los tienes abatidos,
Apurando amarga hiel:
Y cual fieras los domeñas;
Que eres fuerte y te desdeñas
De mostrarles do está el bien.
Tus verdugos les arrojan
Vil sustento, que no mojan
Con su llanto, ni una vez;
Pues de bronce fueron hechos
De esos bárbaros los pechos,
Solo abiertos al placer.
Tuyas son esas moradas
Por el arte engalanadas,
Con fragancia de azahar,
Donde ostentas tu riqueza
Y das culto á la belleza
Y al deleite mundanal.
De los seres que encadenas
Las moradas solo llenas
De miseria eterna están,
Donde el único alimento
Que se ofrece al pensamiento
Un veneno es infernal.
De tu seno los alejas
¡Miserables! y ahí los dejas
Sin que busques su salud.