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Página:Poesías de Garcilaso de la Vega (1919).pdf/150

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Mi vida no sé en qué se ha sostenido,
si no es en haber sido yo guardado
para que sólo en mí fuese probado
cuánto corta un espada en un rendido.
Mis lágrimas han sido derramadas
donde la sequedad y la aspereza
dieron mal fruto dellas y mi suerte.
Basten las que por vos tengo lloradas.
No os venguéis más de mí con mi 'flaqueza;
allá os vengad, señora, con mi muerte.

III

La mar en medio y tierras he dejado
de cuanto bien, cuitado, yo tenía;
y yéndome alejando cada día,
gentes, costumbres, lenguas he pasado.
Ya de volver estoy desconfiado;
pienso remedios en mi fantasía,
y el que más cierto espero, es aquel día
que acabará la vida y el cuidado.
De cualquier mal pudiera socorrerme
con veros yo, señora, o esperallo,
si esperallo pudiera sin perdello.
Mas de no veros ya para valerme,
si no es morir, ningún remedio hallo;
y si esto lo es, tampoco podré habello.

IV

Un rato se levanta mi esperanza.
Tan cansada de haberse levantado