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Página:Poesías de Garcilaso de la Vega (1919).pdf/155

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dejad un rato la labor, alzando
vuestras rubias cabezas a mirarme,
y no os detendréis mucho según ando;
que o no podréis de lástima escucharme,
o convertido en agua aquí llorando,
podréis allá de espacio consolarme.

XII

Si para refrenar este deseo
loco, imposible, vano, temeroso,
y guarecer de un mal tan peligroso,
que es darme a entender yo lo que no creo,
no me aprovecha verme cual me veo,
o muy aventurado o muy medroso,
en tanta confusión, que nunca oso
fiar el mal de mf què do poseo,
¿qué me ha de aprovechar ver la pintura
de aquel que con las alas derretidas
cayendo fama y nombre al mar ha dado,
y la del que su fuego y su locura
Hora entre aquellas plantas conocidas,
apenas en el agua resfriado?

XIII

A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que al oro escurecían;
de ásperas corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo estaban;