XVII
Pensando que el camino iba derecho,
vine a parar en tanta desventura,
que imaginar no puedo, aun con locura,
algo de que esté un rato satisfecho.
El ancho campo me parece estrecho;
la noche clara para mí es escura;
la dulce compañía, amarga y dura,
y duro campo de batalla el lecho.
Del sueño, si hay alguno, aquella parte
sola, que es ser imagen de la muerte,
se aviene con el alma fatigada.
En fin que como quiera estoy de arte
que juzgo ya por hora menos fuerte,
aunque en ella me vi, la que es pasada.
XVIII
Si a vuestra voluntad yo soy de cera,
y por sol tengo sólo vuestra vista,
la cual a quien no inflama, o no conquista
con su mirar, es de sentido fuera;
de do viene una cosa, que si fuera
menos veces de mí probada y vista,
según parece que a razón resista,
a mi sentido mismo no creyera,
y es, que yo soy de lejos inflamado
de vuestra ardiente vista y encendido
tanto, que en vida me sostengo apenas.
Mas si de cerca soy acometido