ya que el bien me dejó con su partida,
del grave mal que en mí está de contino;
antes con él me abrazo y me consuelo;
porque en proceso de tan dura vida
atajaré la guerra del camino.
XXI
Clarísimo Marqués, en quien derrama
el cielo cuanto bien conoce el mundo:
si al gran valor en que el sujeto fundo,
y al claro resplandor de vuestra llama
arribare mi pluma, y do la llama
la voz de vuestro nombre alto y profundo,
seréis vos solo eterno y sin segundo,
y por vos inmortal quien tanto os ama.
Cuanto del largo cielo se desea,
cuanto sobre la tierra se procura,
todo se halla en vos de parte en parte;
y, en fin, de sólo vos formó natura
una extraña y no vista al mundo idea,
y hizo igual al pensamiento el arte.
XXII
Con ansia extrema de mirar qué tiene
vuestro pecho escondido allá en su centro,
y ver si a lo de fuera lo de dentro
en apariencia y ser igual conviene,
en él puse la vista; mas detiene
de vuestra hermosura el duro encuentro