mis ojos, y no pasan tan adentro
que miren lo que el alma en sí contiene.
Y así, se quedan tristes en la puerta
hecha por mi dolor, con esa mano
que aun a su mismo pecho no perdona;
donde vi claro mi esperanza muerta;
y el golpe que os hizo amor en vano
non esservi passato oltra la gonna.
XXIII
En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende el corazón y lo refrena,
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena;
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.
XXIV
Ilustre honor del nombre de Cardona,
décima moradora de Parnaso,