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Página:Poesías de Garcilaso de la Vega (1919).pdf/164

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de mi razón, por mí no osa mostrarse;
que en tal contradicción no está segura.

XXVIII

Boscán, vengado estáis, con mengua mía,
de mi rigor pasado y mi aspereza,
con que reheprenderos la terneza
de vuestro blando corazón solía.
Agora me castigo cada día
de tal salvatiquez y tal torpeza;
mas es a tiempo que de mi bajeza
correrme y castigarme bien podría.
Sabed que en mi perfecta edad y armado,
con mis ojos abiertos me he rendido
al niño que sabéis, ciego y desnudo.
De tan hermoso fuego consumido
nunca fué corazón: si preguntado
soy lo demás, en lo demás soy mudo.

XXIX

Pasando el mar Leandro el animoso,
en amoroso fuego todo ardiendo,
esforzó el viento, y fuese embraveciendo
el agua con un impetu furioso.
Vencido del trabajo presuroso,
contrastar a las ondas no pudiendo,
y más del bien que allí perdía muriendo,
que de su propia vida congojoso,
como pudo esforzó su voz cansada,