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Página:Poesías de Garcilaso de la Vega (1919).pdf/167

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usando en mí su vil naturaleza,
que es hacer más ofensa al más amigo;
teniendo miedo que si escribo o digo
su condición, abajo su grandeza;
no bastando su fuerza a mi crueza,
ha esforzado la mano a mi enemigo.
Y así en la parte que la diestra mano
gobierna, y en aquella que declara
el concepto del alma, fuí herido.
Mas yo haré que aquesta ofensa, cara
le cueste al ofensor, ya que estoy sano,
libre, desesperado y ofendido.

XXXIV

Gracias al cielo doy que ya del cuello
del todo el grave yugo he sacudido,
y que del viento el mar embravecido
veré desde la tierra sin temello.
Veré colgada de un sutil cabello
la vida del amante embebecido
en su error, y en su engaño adormecido,
sordo a las voces que le avisan dello.
Alegrárame el mal de los mortales;
mas no es mi corazón tan inhumano
en aqueste mi error, como parece,
porque yo huelgo, como huelga el sano,
no de ver a los otros en los males;
sino de ver que dellos él carece.