XXXV
Boscán, las armas y el furor de Marte,
que con su propia sangre el africano
suelo regando, hacen que el romano
imperio reverdezca en esta parte,
han reducido a la memoria el arte,
y el antiguo valor italiano,
por cuya fuerza y valerosa mano
Africa se aterró de parte a parte.
Aquí donde el romano entendimiento,
donde el fuego y la llama licenciosa
sólo el nombre dejaron a Cartago,
vuelve y revuelve amor mi pensamiento,
hiere y enciende el alma temerosa,
y en llanto y en ceniza me deshago.
XXXVI
A la entrada de un valle, en un desierto,
de nadie atravesaba, ni se vía,
vi que con extrañeza un can hacía
extremos de dolor con desccncierto;
ahora suelta el llanto al cielo abierto,
ora va rastreando por la vía;
camina, vuelve, para, y todavía
quedaba desmayado como muerto.
Y fué que se apartó de su presencia
su amo, y no le hallaba, y esto siente,
mirad hasta do llega el mal de ausencia.