Garcilaso de la Vega es uno de los poetas españoles de más corta producción. Su breve vida (1508-1586) no le dejó mucho tiempo para distraerse describiéndonos sus penas amorosas u otros íntimos pensamientos. Bien es verdad que la profesión de hombre de armas no podía ofrecerle espacio sobrado parz los ocios de la pluma. Aunque vivió y murió militarmente, no encontraréis en sus versos alusiones a las heroicidades de las batallas en que peleó. Su cortesanía le llevaba por otro camino: una historia de amores se descubre y se sigue en varios de los sonetos, y los nombres de mujer que aparecen en sus églogas pueden referirse, sin duda alguna, a doña Isabel Freyre, amor imposible.
La importancia literaria de Garcilaso estriba en ser el iniciador—así lo declara su amigo Boscán, a quien muchos asignan esta misma prioridad—del empleo en España de las formas métricas italianas. Otros antes—como el marqués de Santillana—habían procurado también traer a nuestra literatura los metros italianos; pero ni habían alcanzado la rara perfección de Garcilaso en el manejo de las nuevas formas poéticas, ni tuvieron la fortuna de ser seguidos, como lo fué el poeta toledano.
Sus poesías no se publicaron por él, ni conoce-