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No anhelan, no, las chispas del rocio
Que derrama en las flores la alborada,
Ni tampoco la brisa perfumada
Que vaga á la oracion.
Ellas esperan elevar su esencia
Desde tu seno á tu torneado cuello,
O deshojadas caer de tu cabello
Sobre tu corazon.


Riega, riega tus flores, vírgen pura,
La de los negros, rutilantes ojos,
La de los castos vívidos sonrojos,
La de morena tez.
¡Riega, riega tus flores, hada hermosa,
Mi sueño trunco, mi perdido cielo!
Yo riego con el llanto de mi duelo
Mis flores á mi vez.


Ellas nacieron en el alma mia
Al calor de tu májica mirada;
Fué su destino la borrasca airada,
El cierzo y nada mas!
No en gajos verdes ni en lozano tallo
Se ostentarán sus hojas purpurinas;
Su tronco crizarán duras espinas
Por siempre y por jamás.