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Algo, como el fulgor de una sonrisa Iluminó su frente, Débil chispa encendida En helados montones de ceniza!
III
No volvió á retumbar en la montana El grito del titan retando al cielo; Ni temblaron las nubes, ni los astros Detuvieron su vuelo Para mirar la bárbara batalla; Ni el negro Ponto amotinó sus ondas Crispado y convulsivo, Para arrancar de su prision eterna Al gigante cautivo.
Reinó la soledad en la alta cumbre,
Que habitó el huracan encadenado,
y descendió el Araxa gemebundo
Con torpe pesadumbre,
Á arrastrarse callado en la llanura,
Como del alma en el profundo cauce,
Desatan en silencio los recuerdos
Sus ondas de amargura-