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62 Biblioteca de los Americanistas.

sustancia, que todo aquel aparato de guerra, que había encontrado en el camino, no era prevención hecha contra los Teules (así llamaban á los españoles, Dioses), sino contra sus propios vasallos rebeldes, con ocasión de haber enviado un cobrador de sus tributos á los pueblos cercanos al señorío de los Sotojiles, y que este aleve, y mal advertido, siendo de la propia sangre real, con ayuda y confederación del Sotojil y el Quiché, que le daban calor para que hiciera reino aparte , se había puesto en arma para conseguir el perpetuarse y establecerse en el dominio usurpado. No le pesó al noble Adelantado, de oir esta relación de la boca del rey Sinacam, ni que el rebelde Ahpocaquil procurase mantenerse en su adquirido señorío; porque juzgaba, que divididos entre sí se disminuían en fuerzas, y que se hacía más menesteroso y apetecible de la parte del señor natural, y que teniéndolos á raya, de esta suerte, podría más bien sojuzgarlos á entrambos; y así no procuró, por entonces, atraer al intruso Ahpocaquil á la obediencia y amistad de Sinacam; dejándolos combatir entre sí: así por las máximas concebidas, como porque le llamaban nuevos cuidados y empleos militares, en que si bien no embarazó la guerra entre el rey y el rebelde, pero la divirtió en parte con la conquista que emprendió de Atitlán, cuyo rey era aliado del intruso y traidor Ahpocaquil, como se dirá adelante en la Segunda parte.