Página:Recordacion Florida Tomo I.pdf/151

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido validada
74 Biblioteca de los Americanistas.

el camino que salía de México, que tampoco fué debelada ni poseída de las armas de Montezuma; es necesario que se discurra que, para haber de dominar á Goathemala, pasasen los Mexicanos por la mar del Norte ó por estotra banda del Sur, y á esto se opone lo que llevo asentado. Ni por la parte de Trujillo ni el Golfo Dulce había camino que manifestara su llegada á estas partes, ni menos por el Sur, ni en toda aquella costa se halló otra señal más de la de los Pipiles, que como mercaderes y tratantes se habían introducido en la tierra, en poco número de personas, que con este pretexto habían venido por tierra; y para haber de pensar que pudo emprenderse la jornada de los Mexicanos de esta manera, era necesario tener certidumbre de que tenían embarcaciones de alto bordo para entregarse á la incertidumbre y contrastes de los mares y tiempos; y sólo es cierto que usaron de canoas para aquel tráfico de su laguna, como acá los del Quiché para la navegación de estotro lago de Atitlán. Ayuda, no sólo á pensar, sino á creer esto, de que no tuvieron el uso de navegación, lo que dice Herrera,[1] de que los primeros navíos nuestros, que llegaron á los puertos del Norte, los llevaron pintados á Montezuma los indios de la ribera, para que pudiera ver lo que le proponían acerca de aquella novedad; y mucho más es de advertir, que cuando tuvieran (que no le alcanzaron) el uso y práctica de la navegación, necesitaban para esta empresa de una poderosísima armada, y de grandes y diestros pilotos en ella; porque no era lo mismo traginar las aguas estables y tanquilas de su laguna, que lo proceloso y inquieto de los mares.

Pero lo más cierto, de todo lo que pasa acerca de este punto, es que habiéndose hecho por parte del imperio Mexicano todos los esfuerzos posibles para sojuzgar este reino de Goathemala, y habiéndole salido todos inútiles y sin efecto, y que por parte de las armas siempre se reconocían

  1. Década III, libro III, capítulo 25.