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CAPÍTULO VI.

De la jornada que emprendió con su armada el Adelantado Don Pedro de Alvarado, por la mar del Sur, á descubrir y conquistar las islas Molucas ó de la Especería, y de su temprana y lastimosa muerte.


¡Cuánto corren las horas á las desgracias! ¡Y cuánto se detienen á las felicidades! Corre et tiempo ligero á perfeccionar las ruinas, y se moderan sus vuelos para forjar las dichas: pero es pensión antigua de las posesiones temporales, que subsista breves horas lo provechoso y que dure por siglos incorruptibles todo lo que es nocivo; y cuanto tasa el tiempo de créditos á un héroe, le previene de lamentos la parca á sus desgracias. Crecían más, cada día, los triunfos del célebre y generoso Adelantado para hacerle más llorado, y también más memorable; pues para lo que es Goathemala, siempre vivirá eterna la memoria del Adelantado don Pedro de Alvarado, su primer gobernador y capitán general y á quien debe el lustre formal y material que hoy goza, y la conveniencia y delicia que posee.

Por mucho que otros alumnos de la fama anhelen adelantar el servicio del Rey, igualarán en las operaciones á D. Pedro; pero no en los deseos de acrecentarle los dominios. Con tanta persistencia y tenacidad ardían estos, en aquel fiel y generoso pecho, que en ocho años no pulsaba