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XIV Biblioteca de los Americanistas.

quedárades aquí conmigo; mas si es vuestra voluntad ir con vuestro amigo Gonzalo de Sandoval, id en buen hora, é yo tendré siempre cuidado de lo que se os ofreciere. Mas bien sé que os arrepentiréis por me dejar.» Y así sucedió en efecto; porque mientras Cortés repartía en Mexico «solares para las iglesias y monasterios y casas reales y plazas, y á todos los vecinos les daba solares;» y en tanto que, después de aquietada la conmoción movida por los soldados de Garay en el Panuco, concedía encomiendas de los indios sometidos en aquella tierra, tierra en la que además de los vicios comunes á la Nueva España «tenían otras treinta torpezas,» según afirma nuestro historiador, estaba éste sin medras ningunas ni probables esperanzas de obtenerlas, sino más bien sufriendo y sumando nuevas penalidades, al lado de su amigo Sandoval en las comarcas de Tustepeque y Guazacoalco. Cuando andaban más ocupados en la conquista, tuvieron que interrumpirla por haberse presentado en la Veracruz Cristóbal de Tapia, favorecido del obispo Fonseca y por su influencia nombrado gobernador de la Nueva España, que iba á tomar posesión del cargo; pero convencido por el oro con que Cortés le obsequió de que era muy poca persona para tanta responsabilidad, volvióse á la isla de Santo Domingo con la codicia satisfecha, que era en puridad á lo que iba; y quitado aquel tropiezo, continuaron los soldados sus facciones después de haber firmado y remitido cartas al Rey solicitando para Cortés la gobernación de la tierra.

El capitán Sandoval regresó entonces con los suyos á las provincias momentáneamente abandonadas; continuando la sumisión de los Zapotecos y los Minxes, donde siguieron sufriendo los trabajos propios de una guerra en país desconocido y amante de su independencia. Para abreviar la ocupación del territorio, distribuyó el caudillo grupos de exploradores con el encargo de reconocer el terreno, ocupar el país y someter blandamente á los naturales; y habiéndose malogrado una de estas entradas por ineptitud del capitán Briones que la dirigía, envió á que enmendase la torpeza á Alonso del Castillo, conocido entre los suyos por el de lo