compañero en el gobierno á el reverendo y venerable obispo Marroquín.
En la santa iglesia catedral se juntaron, no sólo una vez sino todas las que fueron necesarias, para este y otros arduos y dificultosos tratados; y habiéndose propuesto por los gobernadores y capitanes generales nombrados, como llevamos dicho, en el Cabildo de 17 de Noviembre de 1541 años,[1] el si convendría al servicio de Dios y de Su Majestad, bien de la tierra y perpetuidad de la gobernación, el que se mudase la ciudad del sitio en que estaba á otra parle más conveniente; parece que, habiéndose conferido la propuesta en este congreso, no se determinó cosa alguna, porque la frecuencia de los terremotos los tenía sin sosiego y sobresaltados continuamente, temiendo la ruina de la iglesia; cuyo recelo les hacía disolver estas tan importantes y necesarias juntas. Pero en esta, más en particular, variaron en pareceres, de tal arte, que no habiendo regulación de exceso en los votos, quedó sin determinarse el negocio, impedido y envuelto en confusiones; por cuya causa, dejando pendiente la conferencia para determinarla después, consultada y tratada antes por el gobierno de familias: pero llegando el día 27 del propio mes, que iba corriendo, de Setiembre, en que se había de resolver y concluir en Cabildo, que no fuese de la forma ordinaria, sino de los que en semejantes conflictos del público estado llamamos Cabildo abierto; á que concurren, fuera de los magistrados que componen este cuerpo de colonia y cabeza de reino, el Eclesiástico Cabildo, los prelados y personas del primer estado de la nobleza, que son citados por la voz de un portero tres días antes, y convidado el Cabildo Eclesiástico por diputados del regimiento; siendo este de los más serios, graves y autorizados actos que dentro de la sala se ejercitan, y en que hay particular y asentada forma de optar en los más preeminentes grados de los lugares que se ocupan en tan solemne acto, que aunque se le da el pronombre de Cabildo abierto, queda
- ↑ Libro III de Cabildo, folio 2.