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Recordación Florida. 189

todo lo qué se conduce á ésta de las ciudades de México, Puebla, Goaxaca y Veracruz, con lo que por ella entra de la numerosísima provincia de Chiapa. Siendo la tercera la que con título de la Ciudad Vieja se conoce, por donde tienen su introducción los frutos de las provincias de San Antonio Suchitepeques y la de Soconuzco; siendo estas las partes por donde no se juntan ni eslabonan los montes del contorno. Uno de estos montes de la circunvalación del valle es el elevado y temeroso Volcán de Fuego de Goathemala,[1] que se aparta de la situación suya solas tres leguas, elevándose á menos altura que el del Agua, á causa de lo que, ardiendo frecuentemente y devorando del combustible de la materia sulfurosa de que se compone, ha consumido; pero en la larga y prolija distancia en que extiende y corre su eslabonada y robusta cordillera, es opinión de los más baquianos que llega á la admirable distancia de setecientas leguas, corriendo hasta la provincia de Sinaloa. Está hasta la mitad de su cuerpo, desde la cima, pelado y descubierto hasta lo vivo de los peñascos lisos que le dan forma, y cada día se desnuda más de las breñas y arboledas, por los arroyos de fuego que de él se precipitan, haciendo unos canales triangulares á la manera de una sierra. Nieva en lo más eminente de su cúpula, como en la otra del Volcán de Agua, pero no truena, como el que escribiremos adelante que llaman de Pacaya. Cría este de Goathemala en su falda mucha copia de maderas preciosas y útiles á muchas cosas; no se da día alguno del año en que no se le vea arder, y algunas veces levantar temerosas llamas de fuego, cuyo persistente, activo incendio tiene taladas y destruídas hacia el Ocaso más de diez y ocho leguas de tierra de la costa del Sur, respecto de la continuación de las arenas y peñas escoriadas que escupe y lanza por aquella parte; siendo efecto admirable de la santa Providencia que adoramos, el que las vierta á aquella parte, para que esta ciudad no quede sepultada en tanta máquina de ceniza y piedras: su figura y forma

  1. Torquemada, lib. II, cap. XXX, fol. 632.