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314 Biblioteca de los Americanistas.

Es cierto que cuando á el Adelantado D. Pedro de Alvarado se le ofreció de paz el rey Sinacam, que á la sazón lo era de este Reino y señorío de Cachiquel, que á su imitación vinieron rendidos á la obediencia real otros señores comarcanos, siendo uno de ellos Cazhualam, que no siendo sujeto á las cuatro cabeceras, y siendo señor natural de Petapa, también, como Sinacam, dio la obediencia á S. M. de su propio arbitrio y libre voluntad; pero muy contra el dictamen de los principales de aquel numeroso pueblo y sus adjuntos, que, juzgando vano y de mal consejo el parecer de su señor Cazhualam, teniendo á facilidad el ceder á las armas españolas sin experimentar á la fortuna, alentados á el ejemplar rebelde de los de Utatlán, discurriendo que á la perseverancia de las armas y de la resistencia podían confiar su libertad y defensa, para no verse sojuzgados de gente extraña no conocida, y que algunos de ellos caminaban con cuatro pies (teniendo por de una pieza el caballo y el jinete) y que todos eran Teules (esto es, dioses) que herían y mataban con truenos, de quienes nunca se podrían asegurar, ni vivir confiados, ni menos con el libre uso de libertad que hasta entonces: y habiendo muy pocos de estos que fuesen del sentir del gran cacique Cazhualam, queriendo oponerse á este desacato y torcido dictamen, se resistió á la obediencia y precepto del cacique el principal calpul de aquel pueblo, tomando lo más numeroso de él las armas en defensa de la obediencia de su señor; en cuya refriega se derramó alguna sangre, retirándose aquel calpul inobediente á las vecinas montañas. Pero el gran cacique Cazhualam esperó, por el término de tres días, á ver si su ligereza volvía los pensamientos á lo favorable de su quietud, reduciéndose á la antigua y natural obediencia en que le habían reconocido y á que habían faltado.

Pero reconociendo que perseveraban rebeldes, ejecutó su jornada en persona á Goathemala, y prometió la obediencia y fidelidad á el Rey; siendo esta acción muy aceptable al Adelantado D. Pedro de Alvarado: y el cacique, gratificado y contento con el regalo de bujerías con que D. Pedro le