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Página:Recordacion Florida Tomo II.pdf/118

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Recordación Florida. 107

inspección propia; bien que con noticia de personas fidedignas que me lo han comunicado, y entre ellas Andrés de la Roca, catalán dueño del sitio, y Fr. Tomás de la Roca, religioso de Nuestra Señora de las Mercedes, su hijo. Afirman muchos destos ancianos que esta segunda sala era lugar de adoratorio y sacrificadero, donde imploraban por el agua al Dios de aquella cueva, que, según dicen, era una fuentecilla á quien llamaban Cateyá, que quiere significar madre del agua, y que á esta sacrificaban y ofrecían niños, vertiendo sobre la misma fuente toda la sangre de sus miserables y tiernos cuerpecillos;[1] llevando la desdichada víctima al sacrificio sus propios padres con festiva y regocijada danza, acompañada de música de varios instrumentos de flautas y caracoles, cantos y versos compuestos á semejante plegaria y sacrificio, y el niño que había de morir muy ataviado y engalanado con ropas ricas y finas, labradas y tejidas de variedad y matices de colores: fundando esta detestable y aborrecible crueldad con la locura y vanidad que todas sus supersticiones, en que el agua es un Dios que sabe muchos caminos y tiene mucha fuerza, pues se sube á el cielo para llover, y que así el agua de Cateyá, mejor y más facil podría andar por la tierra.

Esta es la cueva memorable y ignorada de Mixco, y en que á la verdad, si se repara, siendo maravillosa, es comprobación de que los indios antes de la venida de nuestros españoles no carecían de arte ni menos de instrumentos para la ejecución y pulimento de sus obras; siendo más dificultoso y extraño labrar de la piedra de Chay una espada con su canal en medio, una lanza y puntos de saeta, de que hoy encontramos y vemos infinito y inagotable número de fragmentos y piezas enteras de semejantes armas por todo lo que andamos y discurrimos con frecuente comercio por todos estos valles, siendo materia tan vidriosa y delicada y menos sujeta al golpe del instrumento, que no fuera proporcionado á la debilidad y delicadeza de las piezas y vi-

  1. Torquemada, libro x, cap. x, folio 269.