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Página:Recordacion Florida Tomo II.pdf/13

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2 Biblioteca de los Americanistas.

industria militar de los indios defensores de aquel dilatadoy belicoso país; que el uno ó el otro motivo, ó entrambas consideraciones, pudo ser que ocasionasen advocación tan obscura, y no extraña de las calidades propuestas.

Yace después del Valle de las Mesas, sobre lo eminentey trepado de la sierra, á la parte que mira a la del Oriente de la situación de Petapa, dilatándose y tendiéndose en llanuras por su longitud al Sur, con desenfadado terreno yvestidas y siempre verdes llanuras, el Valle de Canales, quese dilata y orbicularmente se espacía por distancia de veintitres leguas de feraz y pingüe tierra, vestida de maravillosos, excelentes pastos, en los que se manifiestan y gozan amenos y dilatadas prados, tupidus selvas y ricas montañas, de inestimables y preciosas maderas, de corpulencia y grueso increible; toda la cual es tierra hasta hoy libre de la sujeción del arado y laborioso cultivo, a causa de lo tupido é invencible de sus copiosas breñas, y sólo sujetas al manejo de los cultores las campiñas libres de selva y las tierras ya vencidas y cultivadas por los primeros labradores que aportaron de España á estas partes.

Todo lo más de este famoso valle, fuera de lo que en montaña, se ve poblado de fecundas labranzas y sementeras de trigo y dilatadas posesiones de maizales en que fructifica tan pródiga esta tierra, que en su ordinaria cogida rinde abundante y maravillosa á cuarenta fanegas por fanega; habiendo descaecido de suerte que hoy se mira, aun produciendo de esta suerte, como infructífera, porque en sus primeras producciones rendía y fructificaba ciento por una; y en ocasión que Juan Muñoz Garrido, vecino y labrador de este valle por los años de 1610, cogió á razón de este estupendo y colmado modo de acudir, le pareció mudar las sementeras á otra hoja de tierra; y viendo que la sementera antigua, ó dejada, volvía abundantemente á arrojar copia de macollas producidas del trigo que había desgranado por sí la sementera antecedente, mandó serrarla y darle el beneficio de escarda que demandaba, y volvió á coger de ella á treinta y cinco fanegas respectivas de lo que en aquella