Ir al contenido

Página:Recordacion Florida Tomo II.pdf/231

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
220 Biblioteca de los Americanistas.

Alvarado en 27 de abril de 1540, y la primera ermita ó adoratorio, su teniente de gobernador Jorge de Alvarado con la advocación de Nuestra Señora de los Remedios. En la Ciudad Vieja tiene su principio el Valle de Alotenango y el territorio llamado del Valle; y era el punto de comunicación de Guatemala con las procedencias de Mexico, Puebla, Oaxaca, Veracruz y las de la provincia de Chiapa. Aquella primera capital española no tuvo más importancia que hasta 1542 por haberla arruinado la inundación del mencionado Volcán de agua en la fecha citada de 1541; causando aquel pavoroso acontecimiento numerosas victimas y entre ellas la muerte de la esposa de Alvarado D.ª Beatriz de la Cueva y de las señoras que la acompañaban. En las fiestas públicas de la capital de Guatemala, y particularmente en la que se conocía por la del Volcán, se daba una importante representación á los de la Ciudad Vieja, que se tenían por descendientes de los tlaxcaltecas.

Ciudad Real de Chiapa ó San Cristóbal de los Llanos, pág. 267, I.—Ciudad capital de la provincia y Obispado de este nombre, sita en el territorio de Chiapa conquistado por Diego de Mazariegos en 1524 y fundada por el mismo Mazariegos en 1528, quien la llamó Villa Real de Chiapa. Nombráronla otros Villaviciosa, y Villa de San Cristóbal de los Llanos, y corrió con esta confusión de nombres hasta que el Emperador Carlos V la concedió título de ciudad en 1531 y dispuso en consecuencia que se nombrase Ciudad Real. Antes de ser ciudad tenía ya bastante representación para enviar con Guatemala procuradores á la Corte, como se vió en 1531, que fué designado para el caso Gabriel de Cabrera. Pocos años después, en el de 1554, el Pontífice Paulo III la erigió en cabeza de Obispado, del que fué primer prelado el famoso Fr. Bartolomé de las Casas, religioso de la orden de Santo Domingo, que en estas clases y en la de clérigo, que antes tuvo, se mostró tan apasionado como el laico más vulgar.

Cochistlan (Peñoles de), págs. 154, 157, I.—Nochistlan,