con las mismas ceremonias de la de Sevilla y las gracias, jubileos é indulgencias de la de Santiago de Galicia ó de Compostela. A los doscientos diez años de tener obispo, en 1743, por bula de Benedicto XIV se erigió en arzobispado.
Cuando la inundación de la Ciudad Vieja, fué la catedral, por su solidez, el edificio que menos padeció, y al verificarse la traslación de la ciudad á la Nueva Guatemala se estableció dicha catedral en la ermita de Santa Lucía hasta que fué edificada con la suntuosidad que correspondía, empezándola en 1668 el presidente y gobernador D. Sebastián Alvarez Alfonso Rosica de Caldas. En la traslación la siguieron las demás iglesias parroquiales y los conventos de religiosos, los cuales fueron aumentando con la celeridad que demandaban las costumbres de la época, y de tal manera, que ya en el siglo xvii se contaban en la ciudad de Guatemala veinticuatro templos con numerosas imágenes milagrosas y crecidas capellanías, además de cuatro beaterios, siete conventos de frailes y tres de monjas (éstas pasaron desde Mexico, en 1590, y el primer convento que fundaron fué el de la Concepción) y cinco ermitas: todo esto para una población de 6.000 vecinos, en los que se contaban unos 60.000 habitantes, incluyendo los indios de servicio.
La ciudad, regida por admirables ordenanzas llenas de franquicias y de libertades municipales, que fueron poco á poco mermándose por el Poder Ejecutivo y la Audiencia, fué titulada muy noble y muy leal ciudad en Real cédula de 1566; tuvo escudo propio de armas desde el 12 de setiembre de 1600, y Audiencia desde 1563, en que se trasladó á Guatemala, desde la ciudad de Gracias á Dios, la creada con el titulo de Audiencia de los Confines. Tenía la ciudad en el mismo siglo xvii seis hospitales, tres boticas públicas y dos en los conventos; un colegio para la educación de niños nobles y desvalidos y otro para las doncellas huérfanas, y la Universidad, que en 1679 se erigió con nueve cátedras, y entre ellas una de lengua pipil ó
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