cia por el señor de Tehuantepec.—Con 750 hombres de calidad, de ellos 300 infantes entre escopeteros y ballesteros, 135 de á caballo, cuatro tiros de pólvora á cargo del artillero Usagre, 200 indios tlaxaltecas y cholulecos, y 100 mexicanos, salió para aquella conquista el 15 de noviembre de 1523. Pacificó en Tehuantepec á los indígenas remontados en los peñoles de Huelamo; pasó de allí á Soconusco, primer territorio de Guatemala, y luego á Suchitttepeques, para encontrarse en lo de Quetzaltenango, donde descansó, y le puso este nombre por haber dado muerte á un aguila nombrada Quetzal, que supusieron los indígenas fuese la encarnación del demonio. Tuvo en Utatlán y Olintepeque indómita resistencia, y dominados aquellos quelenes, se dirigió á Guatemala, llamado por el Rey Sinacam; hallóse luego en la guerra de Escuintepeque, ó tierra de los Pipiles, y sometidos, se dirigió para que lo fueran los Zutugiles á su ciudad de Atitlán, que le recibieron con formidable y larga resistencia.
Teniendo allí noticia de que Hernán Cortés se hallaba en Honduras, fué allá, y no encontró mas que á sus capitanes Luis Marín y Bernal Díaz del Castillo, que estaban en el pueblo de Malalacá, en la Choluteca; tropezando á poco con los capitanes de Pedrarias Dávila, Garabito y Campaña, que iban á partir términos con la gobernación de Alvarado. Tomo éste luego la vuelta de Guatemala, y al acercarse á la provincia de Cuscatlán, marchando aún por la de San Miguel, se detuvo ante la crecida corriente del río Lempa, que pasó el ejército en canoas; visitó luego el pueblo de Chaparrastique, situado en la otra ribera, punto donde fué muerto Nicueza, y al penetrar en el pais de Cuscatlán, ó provincia de San Salvador, vió el territorio en són de guerra, y sin combatir siguió adelante por la prisa que tenía de verse con Cortés. Quiso evitar igualmente la lucha en los pueblos cercanos á Petapa, sin duda los del contorno de Salpatagua, que tenían los guatemaltecos con las sierras cortadas y