jas en los huecos y troncos robustos de fornidos y antiguos robles y encinas; de donde se sacan hermosos y considerables corchos para poblar dilatados y maravillosos como ricos colmenares, que algunos cuentan en sus galeras, pulidas y ordenadas, el admirable y prodigioso número de quinientos y setecientos corchos de capaz y sobrada morada cada uno.
Y entre los ricos dueños de este género de granjería y ocupación provechosa, es Pedro Sánchez, que cuenta, al tiempo que esto se escribe, mil y setenta colmenas en las casas y oficinas de este género que tiene en su labor, y el bachiller Miguel de Porres, presbítero de loable memoria, gozó en su vida, á esmero de su cuidado, de una oficina de más de ochocientos corchos que hoy se mira exhausta y desmantelada con la falta y muerte de su vigilante dueño, después que entró en poder de un deudo heredero que hizo del oro imposible, como otros hacen de los imposibles oro.