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72 Biblioteca de los Americanistas.

Pero habiendo atentamente reparado y atendido con lástima de los suyos el desorden con que peleaban, un indio anciano, Choboloc, de infame y ordinaria estirpe, que por la debilidad de sus fuerzas y peso de sus años quedó exento, como otros, del manejo de las armas, llevado de la curiosidad ó de la inclinación á los ejercicios marciales, se condujo á la eminencia de un cerro, de donde pudo atento hacer reparo del modo desigual de la pelea; con que, pasando el marcial estruendo y el furor de Palas por el término confuso de las tinieblas, tuvo ocasión oportuna de introducirse al consejo de sus capitanes y caciques y proponerles que al romper del día distribuyesen su escuadrón por millares, y que peleando el primero, al tiempo de la retirada cubriese el puesto el otro que le seguía, y que así se sucediesen y alternasen hasta el último millar de sus gentes; cubriendo el último puesto siempre el escuadrón que salía de retirada, para rehacerse y refrescar á salvo, porque había reparado que los teules de Castilla y su gente no acometían juntos sino por mangas separadas. Siguieron el acordado y prudente consejo del anciano (que siempre el consejo consiguió seguridad al acierto) y con el se mantuvieron constantes por todo el término del quinto día, con pérdida y rompimiento de los nuestros al terminar la claridad de las luces, y al esclarecer el sexto día apareció nuestro ejército en la campaña con apariencias débiles y como falto de infantería á vista de los rebeldes, que casi como triunfadores y llenos de victoria acometieron soberbios á nuestro ejército ardidoso, que haciendo una retirada con orden militar por cerca de una quebrada, al tiempo que cebados en el avance los rebeldes desordenaron sus escuadras, de entre unas altas y espesas breñas de la quebrada salió una grande tropa emboscada de los nuestros, y congiéndolos en medio apretaron de suerte la batalla, que rotos y desbaratados del todo huyeron ciegos y temerosos con confuso y apresurado desorden al humo y seguridad de sus pueblos, y de allí á los más apartados montes; quedando en la campaña y sitio de la batalla, alagado en sangre, gran multitud de cadáveres y