¿Y si soy yo quien
ejerce violencia?
Quizás estés leyendo esta guía y de repente te hayas dado
cuenta de que estás ejerciendo (o has ejercido) alguna de estas
conductas violentas que comentamos. Primero que todo, te felicitamos porque hay que tener fortaleza para darse cuenta de
que es uno mismo o una misma quien no lo está haciendo bien.
Es impactante identificarse con las historias desde la vereda de
quien está ejerciendo el daño y quizás hasta este momento ni
siquiera te habías dado cuenta de que algunas cosas que haces
podrían no estar bien. Puede que se dé el caso de que incluso te identifiques en las dos veredas, pero ¿cómo puede ser esto?
Pues sí, los expertos y expertas nos muestran que entre los y
las jóvenes esto es más habitual de lo que pensamos, en contraposición con las relaciones adultas. En ocasiones son formas
de reaccionar a conductas violentas y, obviamente, las consecuencias y pronósticos no son los mismos. De hecho, a veces
escuchamos decir «no, yo no estoy siendo maltratado/a, si yo también lo hago». No te engañes: lo mires por donde lo mires, es violencia. Lo importante ahora no
es buscar culpables –o quién está ejerciendo más violencia o a
quién le duele más–, sino que es el momento para decir basta a
la violencia como forma de relacionarse con los demás.
La mejor manera de parar, además de darte cuenta, es hacer
cosas concretas. Te invitamos a que puedas conversar con un
adulto sobre tu situación, para que la violencia no marque las
futuras relaciones que puedas tener. Ten presente que, si te
estás relacionando con tu pareja de una forma violenta, le estás
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