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Acta de Pío XI

Con qué provecho de las almas y progreso de la ciencia, derivó de esto lo demuestran claramente las obras litúrgicas y otros temas, publicadas por la Sagrada Congregación de Propaganda Fide, así como los preciosos códices orientales, diligentemente recopilados y celosamente custodiados en la Biblioteca Vaticana.

Y esto no es todo, porque nuestros predecesores más cercanos, como dijimos anteriormente, sabiendo muy bien que un mejor conocimiento de las cuestiones orientales entre los pueblos de Occidente los habría beneficiado enormemente, hicieron todo lo posible para procurar un significativo avance. Testigos de esto son: Gregorio XVI quien, elevado al Sumo Pontificado el mismo año en que iba a ser enviado al emperador ruso Alejandro I, había estudiado con toda diligencia lo que concernía a los asuntos rusos; Pío IX que, antes y después del Concilio Vaticano, había recomendado encarecidamente la difusión de estudios sobre ritos y tradiciones orientales; León XIII, que mostró tanto amor y preocupación pastoral no solo por los coptos y los eslavos, sino por todos los orientales, hasta el punto de que, además de la nueva Congregación llamada Agustinos de la Asunción, estimuló a otras familias religiosas a aplicarse o a perfeccionarse en el estudio de las cuestiones orientales, fundó para los mismos orientales nuevos Colegios en sus regiones y en esta misma ciudad, honró con los mayores elogios a la Universidad inaugurada en Beirut por la Compañía de Jesús[a], todavía hoy floreciente y querida por nosotros; e igualmente, Pío X que, habiendo erigido el Pontificio Instituto Bíblico en Roma, encendió en muchas almas un nuevo ardor por las cuestiones y lenguas orientales, no sin una muy feliz cosecha de frutos.

Nuestro inmediato predecesor Benedicto XV, emulando con ardiente celo esta providencia paterna hacia los pueblos orientales, hasta el punto de que la consideró como una herencia sagrada recibida por Pío X, por lo que para ayudar y aumentar, en la medida de lo posible, las cuestiones orientales, no sólo instituyó una Sagrada Congregación[b] para los ritos y asuntos orientales, sino que además "decidió fundar en esta ciudad,

  1. Fundada en 1875, su nombre oficial es Université Saint-Joseph de Beyrouth.
  2. Benedicto XV mediante el motu propio Di Providentis, de 1 de mayo de 1917, instituyó la Congregación para la Iglesia Oriental; hasta ese momento estas materias eran competencia de la Congregación Propaganda Fide.