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Separé al pobre moribundo y lo coloqué en otra seccion de la pajarera desocupada. A la media hora ya había vuelto á caminar, y á la tarde volaba.

Al dia siguiente lo volví á colocar junto con los otros; pero no duró mucho: sus antiguos compañeros lo cargaron, y un nuevo picotón sobre el cráneo volvió á derribarlo, esta vez para no levantarse más.

Cuando murió, procedí á revisarle el cráneo. No estaba perforado. Entonces le hice la autopsia y encontré en el cerebro los signos de una violenta hemorragia.

Ptilofagia (de πτιλον pluma y φαγειν, comer) entre Cardenales—En los mismos pájaros he observado varias veces que, al parecer, se entregan á una especie de juego, que consiste en arrancarse unos á otros las pequeñas plumas del pecho junto á las alas, atropellándose sin que ninguno erice el copete ni manifieste enojo.

Estas plumas son inmediatamente comidas por el que las arranca.

¿Será ésto una perversion del gusto, ó sentirán la necesidad de comerlas para proporcionarse un poco de keratina, como hacen las gallinas cuando se comen los huevos al solo objeto de ingerir el carbonato de cal de las cáscaras, que necesitan para formar otros huevos?

De cualquier modo, por hambre no es, por cuanto están alimentados con abundancia.

Me inclino á creer que sea por lo último, y se explicaría por el estado de cautividad en que se hallan, como se explica del mismo modo en las gallinas, que cesan de comerse los huevos cuando se les echa en el gallinero mármol pisado, etc., como lo he observado en el Jardin Zoológico.

La imitacion en los Cardenales—Cerca de la pajarera en donde viven éstos, tenía una jaula con un Zorzal (Turdus rufiventris, Licht.) muy cantor.

Mientras el Zorzal cantaba, uno de los Cardenales se paraba en un travesaño, é inclinando la cabeza, se ponía á