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La vida se deslizaba tranquila para ellos, que revoloteaban, saltaban, comian y jugaban en santa paz; pero llegó el mes de Diciembre, y la época del celo manifestóse en ellos con toda su pompa acostumbrada.

La pluma nueva lució sus colores encendidos, la movilidad se hizo mayor, y las gargantas, lanzando al aire bellas notas, modulaban gorjeos y trinos variados hasta el infinito.

Entonces proporcionaba un verdadero placer el verlos parados sobre los palos atravesados de la pajarera, con su cabecita erguida y su garganta hinchada y palpitante; la música se complicaba más y más, y todos, queriéndose sobrepujar, agotaban su variado repertorio estridente.

Era el asalto de la plaza femenina que el amor masculino quería conquistar luciendo las sonoras armas que la Naturaleza le proporcionaba. Era el preludio de la seleccion en la lucha por la vida.

Las dos hembras debian elegir entre aquellos tres machos magníficamente ataviados que rendian á sus piés lo mejor que podian ofrecer: un corazon ardientemente apasionado en medio de un raudal de melodías.

Y las hembras, como todas, tuvieron compasion de los amantes, y eligió cada cual el suyo.

El odio, la rabia, la desesperacion, y sobre todo, el orgullo de los vencedores, que en un caso de estos no admite contemplaciones y es exclusivamente egoista, decidieron de la suerte del vencido por el desaire.

Con las alas extendidas, la cola abierta, el copete erizado, ambos se precipitaron sobre el infortunado amante, que en presencia de aquella carga formidable batió retirada; pero uno de sus perseguidores, alcanzándolo, dióle un feroz picoton sobre el cráneo, que lo derribó fulminado.

Y allí, en el suelo de la jaula, solo, retorciéndose en espasmos horribles, estuvo un largo rato; ya estiraba una pata, ya la contraía dolorosamente, ya era un ala que extendía, abriendo sus plumas, mientras que la cabeza inmóvil, apoyada sobre una mejilla, con los ojos cerrados, presentaba un aspecto de dolor y sufrimiento.

Probó luego levantarse para caer en seguida impotente, y así siguió durante diez minutos, mientras sus verdugos entonaban con aire de triunfo un himno de gorjeos.