que parecerá increíble á muchos, para hablarnos con las voces del pasado, de un pasado perdido para siempre en la evolucion de las cosas; porque los cacharros de las civilizaciones ó barbaries extinguidas, son como las especies de las plantas, de los animales ó de las lenguas—ya no resucitan. En la vasta extension del mundo y de la vida, se fabrican muchos otros vasos parecidos—pero son falsificados. No está en ellos el palpitar de la mano Calchaqui. Esos nuevos, ya no dicen nada, porque solamente cantan el himno de la máquina, el nec plus ultra de la cerámica.
Apresurémonos á estudiar estas reliquias virginales. El vapor, el telégrafo y el oro han dotado á pueblos de bárbaros con estampillas postales mejores que las de la República Argentina.
Y si esto es así, ¿por qué no he de dar el nombre de Munaysapa á la autora del precioso vaso perdido en las arenas de Andalgala?
Se dá este nombre, en la región de campo de Misiones, Paraguay y Brasil, á unos montículos de forma cónica, mas ó menos aguda, y de un alto que varía desde pocos centímetros hasta 4 metros, como el que se encuentra en Tacurú-pucú (Tacurú alto), punto extremo, por ahora, de la navegacion á vapor en el Alto Paraná y puerto de los importantes yerbales del mismo nombre, en la costa paraguaya. Son la obra de un insecto, el Termes similis, Hag.
El lector que desée mayores datos respecto de estas curiosas construcciones, puede y debe consultar la obra de E. L. Holmberg, Viaje á Misiones (Boletin Acad. Nac. Cienc. Córd. T. X), Cap. VI, p. 123...., obra en la cual (consultando los diversos capítulos) hallará cuanto á estos termitarios se refiere.
