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Esos fragmentos, en su mayor parte, ó casi todos, podían compararse con aquellos procedentes de Quilmes, de que hice mencion en un trabajo anterior, publicado en esta Revista, bajo el título de «Restauracion de vasos» (T. I. p. 57). Sólo un cacharro venía completo en el sentido vulgar, aunque en tres pedazos, y ese, y los otros fragmentos, así como la mayor parte de mi extraño museo arqueológico, serán descriptos por Ambrosetti, á quien los he entregado con verdadero placer, para que lleve á cabo tal obra de su gusto, y porque, en su modus operandi, encuentro algo del mio, ó, mas bien, de alguna escuela que permite decir las cosas mas sérias de un modo que no lo parece.

Esto no impide, sin embargo, que compruebe mis afirmaciones del trabajo aludido, aplicando, alguna que otra vez, los elementos de pesquisa que en él propuse. Por esta causa, he elegido, entre muchas, una pieza realmente interesante, porque, siendo un simple fragmento, en el sentido vulgar, es, para mí, un vaso entero,—y lo llamo así, porque lo es en un sentido geométrico, como que contiene arcos de sus tres círculos fundamentales: el de la boca, el del vientre, y el de la base de apoyo. Con esos arcos, y los planos horizontales á que pertenecen, la restauracion se convierte en tarea elemental y simple, y no reclama, como en mi primer trabajo (Revista, p. 59, f. 3) que la fantasía artística intervenga para nada. Por lo demás, se parece á dicha figura.

Este fragmento, tomado en conjunto, equivale casi á la cuarta parte del entero, pues que ha quedado, de su porción ventral, un arco de 86° ½ al que sólo le faltan 3° ½ para 90, de modo que, al reconstituirlo, basta solamente agregarle, en esa porcióon, una partícula de 5 milímetros para formar el negativo, y restaurar con cuatro positivos íntegros. Así es que la porcion ventral tiene casi el ángulo del arco cuya cuerda es el lado del cuadrado.

Como medida directa, la cuerda del borde se transporta dos veces justas sobre el arco del vientre, y corresponde sensiblemente al lado del heptágono (51°25'+) aunque, al restaurar, es mejor emplear el ángulo del octógono (45°). El arco que queda de la base tambien es así de heptágono.

Colocado en posicion, la fractura derecha, perpendicular al borde, prolongada por su meridiano, y mirándolo por fuera, llegaría al extremo izquierdo del arco de la base, oblicúa hácia la derecha bajando hasta el principio del último cuarto del arco ventral, de modo que todo ese borde queda á la izquierda del arco basal,