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tos adquiridos en los libros, por medio de la inspeccion ocular de los objetos vivos y en movimiento.

La direccion actual se ha impuesto, como un deber patriótico, la necesidad imperiosa de reunir en el Jardin Zoológico el mayor número posible de especies Argentinas, y, si es cierto que ellas han sido antes desdeñadas, cuando no eran de bulto, ésto no quiere decir que ahora suceda lo mismo.

Hace algun tiempo se detuvieron dos individuos frente á una pajarera:

«Mira el chingolito»—dijo uno.

«Quita allá; eso no es chingolo».

«Te digo que sí».

«Te digo que nó. ¿No ves que aqui no hay ni debe haber sino animales exóticos?»

Y el otro dudó.

¡Que disparate!

Mañana, en Europa, esos buenos criollos serán capaces, al ver las Viscachas, de decir que son Wombats, y muchos ciudadanos se quedarian perplejos ante un Terutero.

Los esfuerzos realizados entre nosotros, en estos últimos años, en pró de la educacion comun, reclamaban un Jardin Zoológico; pero este no puede alcanzar su mayor importancia, sinó con el mayor número de especies.

Ninguna verdad parece mas absurda que la de la unidad de la vida cuando sólo se posee uno que otro hecho aislado, y, si la adquisicion de tan grandioso concepto no basta para satisfacer á esos espíritus llamados prácticos, se puede argüir con la necesidad de estudiar, ante todo, aquello que constituye nuestra riqueza nacional.

Sería preciso reconocerse ciego para no admitir los cambios fundamentales que nuestro Jardin Zoológico ha experimentado de un año á esta parte [1] como así mismo para pasar desapercibida su influencia en la enseñanza. Esto invita á pensar que no pasará mucho tiempo sin que el Gobierno de la Nacion tome medidas tendentes á que las escuelas todas, de todo el país, visiten el establecimiento de algun modo.

No cultivamos una pera para que sólo goce con ella el paladar de mylord. A semejanza del milagro de los cinco panes, menester es que todos coman de ella.

Pero esto es salir de los límites de una simple reseña y no conviene roer el tema.

Entremos, pues, en materia.


Los Roedores constituyen un tipo particular de mamíferos caracterizados por la falta absoluta de dientes caninos, pero que pre-

  1. Algo sonaría por esos mundos cuando escribí esto.