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Las patas cortas, y armadas con cinco fuertes uñas, están defendidas por de fuera con escamas fuertes, aunque pequeñas; lo inferior de la cabeza, cuerpo, y lo interno de las patas, cubiertos de piel muy gruesa, tuberculosa y provista de pelos largos, gruesos y ásperos, que nacen de las verrugas ó tubérculos de la piel. La parte exterior y posterior de las patas con largas cerdas bastante abundantes; cerdas semejantes se notan en la coraza, formando filas al través, y tambien de la base á la mitad de la cola.

El color general de la coraza es amarillento-rojizo, con la piel fina, que une la piezas del cascaron, de color negruzco, pero como siempre está cubierto de tierra, la coraza parece parduzca, sin que sean muy notables sus dibujos; el hocico es negro, lo inferior del cuerpo es amarillento anaranjado, así como las patas, que suelen ser algo más oscuras. Todos los pelos pardos ó parduzcos. Este animal alcanza una longitud de 19 pulgadas. Habita en el Norte, Sur y Oeste de Buenos Ayres. Construye madrigueras, bastante profundas, de las que sale en busca de alimento, al caer la tarde y en la noche, aunque tambien se le suele encontrar de dia, pero muy rara vez y sólo en parajes donde la persecucion es poco activa. Aliméntase de carroñas, lombrices, insectos, raíces y crias de pequeños mamíferos. En casi todos los rastrojos se ve un gran número de hoyuelos cónicos de escasa profundidad, los que son debidos á los Peludos, que acuden con preferencia á las tierras removidas para buscar larvas ó gusanos. En la época del celo, ó cuando se le excita, despide un olor almizclado, bastante desagradable. Bebe poco y á lengüetadas repetidas, como los perros, mas parece no serle absolutamente indispensable.

Desprovistos de incisivos y caninos, como lo están estos seres inofensivos, defiéndense sólo con sus uñas, y en sus luchas entre sí, se limitan á empujarse ó golpearse mútuamente á cabezadas, ó con la coraza, procurando derribarse el uno al otro. Producen un gruñido casi imperceptible cuando están irritados, dejándolo oir en muy raras ocasiones. En cautividad es mansísimo, y aun cuando haya sido capturado adulto, desde luego se domestica, por poco que se le cuide. Gústale mucho que lo rasquen en la coraza, y, para expresar el placer que experimenta, se endereza mucho so-