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Página:Revista del Jardín Zoológico de Buenos Ayres (Tomo II. Entrega I, pp. 1-32).pdf/18

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he llenado con moreras ú otros vegetales análogos por su docilidad, porque, desde que estoy en el Jardin, he tomado horror á lo provisorio y siempre he creído que, no buscando un título de competencia en jardinería, podia pasarme de los éxitos. El único éxito que espero es la terminacion del Jardin, tal como lo entiendo, tal como lo veo por la imaginacion y las traducciones al papel por el lápiz y el colorido. Además, no teniendo plantas en abundancia, no las puedo desperdiciar en rellenos. Podría haber conseguido algo con el Tártago y el Palan-palán, pero esto me ha parecido algo supérfluo. Lo haré sin embargo. Agregaré algo relativo á la provision ulterior de plantas. He oido ó leido en alguna parte que las del Jardin Municipal del Norte servirán para ser distribuidas al público. Si ello es así, recordaré al señor Intendente que el público desea ver una gran parte de ellas en el Jardin Zoológico y que sería prudente reservar un buen depósito para sus necesidades como establecimiento municipal. Aunque en vista de las dificultades anteriores tengo ahora almácigos importantes, el tamaño de las plantas no es tal que me sea permitido forjarme ilusiones respecto de lo inmediato de su uso, y tendré, por algun tiempo, que someterme, en la provision de plantas, á una triste dependencia al criadero municipal, que las circunstancias me han creado, lo que lamento tanto mas cuanto que, no teniendo intervencion en los cultivos que allí se hacen, debo recibir lo que buenamente se me quiera dar, lo cual me impide alcanzar la realizacion inmediata de mis proyectos artísticos en el desenvolvimiento de las agrupaciones ó perspectivas.

El criadero municipal está bien surtido y bien tenido; pero el Director de paseos me ha hecho notar que las necesidades crecientes de la poblacion y lo extenso de las plantaciones que hay que llevar á cabo, le impedirán deshacerse, para el Jardin Zoológico, de tantas plantas como el desearía darme. Considero esto muy natural; pero lo es tambien que, si yo lo hubiese sabido en 1889, cuando el Sr. Seeber ordenó á la Direccion de paseos me entregara todas las plantas que necesitase, habría hecho almácigos y viveros entonces y ahora tendría material abundante de qué disponer. Lo siento, pero no lo puedo remediar.

En cuanto á los céspedes, poco tengo que agregar á informes anteriores. Las necesidades del Jardin permiten reconocer la conveniencia de que no se extingan sus pastos naturales ni se piense en reemplazarlos, á lo menos totalmente, por otros artificiales, va que muchos componentes de éstos se encuentran en aquellos. Por