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intomables, hasta para la hacienda misma, que la probaba y abría luego la boca volviéndola con un gesto de invencible repugnancia; varios dias despues, la sed fué obligándola á beber, y al fin concluyó por acostumbrarse.

Las ovejas que no toman agua, ó toman poca, engordan mucho y bastante rápidamente: cuando visitamos la majada que he descrito al principio, compramos un capon que carneamos y asamos sobre la marcha. Teníamos bastante apetito, porque hacía mucho frío, pero debo confesar que tan gorda estaba la carne que nos repugnaba.

Conversando con el Doctor Holmberg, á propósito de esto, me dijo que, cuando se hizo cargo de la Direccion del Jardín Zoológico, notó con extrañeza que no daban agua á los Cóndores que había allí enjaulados desde hacía muchos años.

Como preguntase el motivo, los guardianes le dijeron que el Cóndor era animal que no tomaba agua y que por eso no le daban.

Inútil es decir que ordenó inmediatamente se les diera, y fué algo curioso el ver cómo se precipitaron sobre ella, y con qué avidez la tomaron.

Habían pasado la friolera de más de diez años sin beber, y sólo el agua contenida en la carne que les daban de alimento diario les había bastado, agregándose alguna que podrían haber conseguido durante las lluvias.

Este hecho es decisivo y demuestra qué resistencia á la sed pueden tener algunos animales.

Lo mismo me ha dicho respecto de los Conejos, y ha observado exactamente la misma cosa. Es opinion general, entre muchas personas, que no debe darse agua á los Conejos, porque se mueren. El Director del Jardín Zoológico afirma que no se mueren, sino que se matan entre ellos cuando hay mas de un macho para cada hembra.

Eso es lo que hay de verdad.

X.—El Jaguar ó Yaguareté (Felis Onca, L.)

Despues de lo ya publicado sobre este terrible Carnicero por autoridades como Azara, Renngger, Humboldt, Wied,