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El Huron menor.
Galictis vittata, Bell.

Llámanle huron en Buenos Ayres, á pesar de diferir bastante de los verdaderos hurones, con los que no tiene otras relaciones que las de familia. Todo él por encima, desde la frente á la cola, es de color gris claro con algo de pajizo; el hocico, garganta, mandíbulas y lo inferior del cuerpo, pardo oscuros ó negros; una notable tira amarillenta clara ensanchada hácia el lomo baja de la frente á las mejillas, las orejas y el extremo de la cola amarillento-pajizos, las plantas de los pies y los talones del color del vientre. Todo el pelaje es bastante rígido y áspero. Su dispersion geográfica se extiende desde las Guayanas hasta el Sur de Buenos Ayres y tal vez aun más. Abre sus madrigueras en tierra ó se oculta en cualquier agujero que le convenga; sale generalmente á la tarde y en la noche, mas no es raro encontrarlo cazando en pleno dia ó reposando en la boca de su cueva. Es muy curioso, y cuando un pasajero cruza frente á ella, el Huron se oculta momentáneamente, pero pronto vuelve á asomarse para atisbar al perturbador de su dominio. Se alimenta de pequeños mamíferos, aves silvestres ó domésticas y de huevos, á los que es aficionadísimo. Se le mata donde quiera que se le encuentra, pues constituye una verdadera plaga para los corrales de aves domésticas y para la caza menor de los campos.

Cuando se ve cercado por los perros, defiéndese con temerario valor, repartiendo terribles mordiscos á diestra y siniestra, logrando á veces escapar de sus enemigos.

Domestícase con facilidad y se encariña con su amo hasta el punto de seguirlo donde quiera que vaya; es muy jugueton, pero en sus juegos suele apretar los dientes más de lo soportable. En cautividad come de todo. Utilízase en muchas casas, y sobre todo en los almacenes, para destruir las ratas y ratones, en cuya caza desplega tanto ardor como destreza: el mejor gato no es comparable al Huron como perseguidor de ratas; el largo y flexible cuerpo de este animal le permite introducirse en las madrigueras de los ratones y hacer en ellas despiadada matanza. Los adultos no se domestican y se conservan siempre ariscos y malignos.