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XXXIV

J

unto al muro de Zamora

vide un caballero erguido,
armado de todas piezas,
sobre un caballo morcillo,
á grandes voces diciendo:
—Vélese bien el castillo,
que al que hallaré velando
ayudaré con mi grito,
y al que hallaré durmiendo
echarle he de arriba vivo;
pues por la honra de Zamora
yo soy llamado y venido.
Si hubiera algún caballero
venga á hacer armas conmigo
con tal que no sea el Cid
ni Bermudo su sobrino.—
Las palabras que decía
el buen Cid las ha oído:
—¿Quién es aquel caballero
que hace el tal desafío?