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ROMANCERO DEL CID

los viejos graves se admiran,
la Infanta su sér alaba,
porque todos daban voces,
y nadie quien lidie daba.
Arias Gonzalo prosigue
diciendo:—Recibe, Urraca,
mis canas para consejo,
mis fijos para batalla;
dales tu mano, señora,
que su juventud lozana
será invencible, si fuere
de tu mano real tocada.
Honrar á la gente buena,
y esotra común pagarla,
le cumple al rey que desea
domeñar fuerzas contrarias,
y con sangre de don Diego
que se quite aquella mancha:
que á ti y á tu pueblo reta
con tan insufrible infamia;
y si esta sangre, que es buena,
y se ha de vender muy cara,
faltare, su muerte honrosa
viva mantendrá su fama.
Yo seré el quinto y primero
que volveré por la causa,
aunque mi vejez parezca
mocedad noble afrentada.
Al campo me voy, señora,
no me déis por esto gracias,
que el buen vasallo al buen rey
debe hacienda, vida y fama.