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LXV



esterrado estaba el Cid
de la corte y de su aldea
de Castilla por su rey,
cansado de vencer guerras,
y en las venturosas armas
apenas las manchas secas
de la sangre de los moros
que ha vencido en sus fronteras;
y aun estaban los pendones
tremolando en las almenas
de las soberbias murallas
humilladas de Valencia,
cuando para el rey Alfonso
un rico presente ordena
de cautivos y caballos,
de despojos y riquezas.
Todo lo despacha á Burgos,
y á Alvar Fáñez que lo lleva,
para que lo diga al rey,
le dice d'esta manera: