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LXXIX


E

lvira, soltá el puñal,

doña Sol, tiradvos fuera,
non me tengades el brazo,
dejadme, doña Jimena:
non me tolláis el rencor,
que me empacha la vergüenza,
que todas mis fechorías
manchen mis suertes siniestras.
¡Á mis fijas, falsos Condes,
y á mis acatadas dueñas,
canes, facéis tales tuertos,
tenudas en lueñas tierras!
¡Á mí, que vos dí humildoso
mis fijas, cuando os las diera
de mil pulidas garnachas
guarnidas y ricas prendas!
Endonevos mis espadas,
lo mejor de mi facienda,
y en dos mil maravedís
me empeñara yo en Valencia;
cadenas de oro de Arabia
con buenos ingenios fechas,
que en la su mandadería
me enviara el Rey de Persia;