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III





ensativo estaba el Cid
viéndose de pocos años,
para vengar á su padre
matando al conde Lozano.
Miraba el bando temido
del poderoso contrario,
que tenía en las montañas
mil amigos asturianos;
miraba cómo en las Cortes
del rey de León Fernando
era su voto el primero,
y en guerras mejor su brazo.
Todo le parece poco
respecto de aquel agravio,
el primero que se ha fecho
á la sangre de Laín Calvo.