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ROMANCERO DEL CID

de los buenos de Castilla;
dejamos nuesas mujeres
porque no nos merecían;
casar con fijas del Cid
gran deshonra nos traía.—
Los del Cid no respondieron,
que el Cid mandado tenía
que si él no lo mandase
ninguno fablar debía.
Ordoño, sobrino suyo,
era el que respondía:
—Calla tú, Diego González,
que eres de gran cobardía;
muy valiente eres de lengua,
mas esfuerzo no tenías,
y en esa tu falsa boca
ninguna verdad había.
Lémbrate cuando en Valencia
en la lid que el Cid facía
echaste á fuir de un moro,
y el moro bien te seguía,
y yo le salí al encuentro
muerto en tierra lo ponía,
díte su caballo y armas
y al Cid entender facía
que tú mataste aquel moro
que aquel caballo traía.
Yo lo hice por te honrar,
por casar con la mi prima;
alabástete tú d’esto,
yo lo otorgaba á tu guisa,
nunca salió de mi boca
fasta hoy que lo decía,
y si agora lo publico
es por tu gran villanía;
y sepan cuando en Valencia,