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XVII

P

or el val de las Estacas

el buen Cid pasado había;
á la mano izquierda deja
la villa de Constantina.
En su caballo Babieca
muy gruesa lanza traía;
va buscando al moro Abdalla,
que enojado le tenía.
Travesando un antepecho,
y por una cuesta arriba,
dábale el sol en las armas
¡oh qué bien que parecía!
Vido ir al moro Abdalla
por un llano que allí había,
armado de fuertes armas,
muy ricas tropas traía
dábale voces el Cid,
d’esta manera decía:
—Espérame, moro Abdalla,
no demuestres cobardía.—