Ya les he dicho que, por fortuna, ha muerto hace dos meses. El luto que llevamos es suyo.
Pero si no está aquí, no es precisamente porque ha muerto. No está aquí, porque... ¡mírela, mírela, señor, y lo comprenderá enseguida! Su drama no pudo consistir en el amor de dos hombres, hacia quienes ella, incapaz, nada podía sentir, aparte quizás, un poco de gratitud, no a mí, sino al otro. No es una mujer: es una madre. Y su drama, ¡conmovedor, verdaderamente conmovedor! se encierra todo él en estos cuatro hijos de los dos hombres que ella tuvo.
Pero, ¿los tuve yo? ¿ Y te atreves a decirlo como si esa monstruosidad hubiese sido mi capricho? ¡El fué (señalando al Padre) quien por fuerza me entregó al otro: me obligó, me obligó a que me fuese con él!
(de pronto y indignada)
¡No es verdad! ¡No es verdad!
(asombrada)
¿Por qué dices que no es verdad?